Perspectivas económicas 2016

Publicado en el diario “El Nacional” de Caracas. Jueves 14 de enero de 2016

 

Después de un año devastador desde el punto de vista económico, las perspectivas para el 2016 no son nada alentadoras. Los deprimidos precios petroleros y las escasas o inexistentes posibilidades de que los mismos experimenten una sólida recuperación en los próximos meses, llevan a pensar que los ingresos de divisas de este año serán muy bajos, haciendo que continúe la restricción crítica de dólares para la realización de una serie de operaciones externas, la importación de productos básicos como alimentos y medicinas, entre ellas. Esto, combinado con las pocas posibilidades de incremento de la producción local debido al diezmado aparato productivo privado, a la ineficiencia supina de las empresas estatales, y a la imposición de desproporcionados controles de precios y de otra índole, hará que los ya críticos problemas de escasez y de desabastecimiento continúen a lo largo del año, o incluso se agraven. El descomunal desequilibrio de las finanzas públicas, que hizo que en 2015 el déficit del sector público restringido llegara a niveles equivalentes a cerca del 20% del PIB, y el financiamiento de buena parte del mismo por el BCV a través de la creación masiva de dinero sin respaldo, continuará materializándose en el presente año. Sin embargo, si el tipo de cambio aplicado a la venta de divisas de Pdvsa al instituto emisor se ajusta en una forma importante, aquel déficit pudiera ser menor, pero aún muy elevado.

De continuar el manejo de la cuestión económica como hasta ahora, los resultados de este año serán muy adversos, y en algunos casos peores que los del 2015. La inflación sería aún mayor, con su efecto devastador sobre la capacidad de compra de los ingresos de los venezolanos, traduciéndose esto en un aumento aún más acentuado de la pobreza que el que ya se produjo el año pasado. La actividad productiva, por su parte, volvería a mostrar una contracción muy intensa, limitando las posibilidades de trabajo y aumentando notablemente los niveles de desempleo y subempleo. Toda esta situación tendería a agravarse por las dificultades cada vez mayores de obtener financiamiento externo, y el bajo nivel de reservas internacionales debido a la dilapidación irresponsable de recursos en los años recientes, lo cual podría llevar a una imposibilidad de seguir honrando los compromisos financieros externos que vencen este año.

Ante un panorama tan adverso, cabe preguntarse qué efectos podría tener el nombramiento del nuevo gabinete económico. La pregunta no es fácil de contestar, ya que, por una parte, quienes integran el nuevo equipo no han dado signos claros de cuál será la nueva orientación de la política económica, aunque algunos de ellos han mostrado indicios de cierto pragmatismo y han manifestado la necesidad de un cambio de rumbo; y, por la otra, la persona que ahora tiene la responsabilidad de liderar ese equipo es un manifiesto partidario y defensor de la política económica hasta ahora implementada. Este sostiene que los males que padecemos se deben a la “guerra económica”, que la inflación no es más que la especulación descarada de los empresarios, que la escasez se debe al acaparamiento de estos, y que los males actuales como se corrigen es con controles aún más estrictos y penalizaciones más severas. De imponerse esas recomendaciones en el manejo de la cuestión económica en los próximos meses, lo que tendremos será la profundización de la crisis que vivimos, más escasez, inflación aún más alta, acentuación de la pobreza y depauperación.

Ojalá, prive la sensatez y se tome conciencia de la necesidad de dar el giro requerido en materia de política económica, con el fin de corregir los entuertos, distorsiones y desequilibrios existentes, por más duros que sean esos correctivos. Esa es una condición de base y un prerrequisito para poder enrumbar en el mediano plazo al país por la deseada senda del progreso y del desarrollo sustentable.

 

Imagen: olapolitica.com